El principio de la
división de poderes está basado en la ideología de la Ilustración que limita la
concentración del poder en una sola persona y a la vez que establece un triple
ejercicio de la soberanía: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Tanto en la teoría
como en la práctica, este principio tiene su origen desde la antigüedad, pero
en el mundo moderno se le atribuye a John Locke (siglo XVII) en Ensayo sobre el
gobierno civil y, apoyado en las ideas de este, Montesquieu /siglo XVIII), en
Del espíritu de las leyes, indicaba que concentrar todos los poderes en una
sola persona daría oportunidad al abuso de poder: "Cuando en el poder
legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona o el mismo
cuerpo; no hay libertad; falta la confianza, porque puede temerse que el monarca
o el Senado hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismo tiránicamente".
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