A lo largo de la vida de las persona, la interacción con
otras es fundamental para cubrir la gran mayoría de las necesidades elementales
para nuestra existencia; una de ellas es el amor. Nuestro primer acercamiento
con el mundo lo tenemos a través de nuestra madre, en sus brazos conocemos qué
es sentirse querido, aceptado, acompañado y contenido emocionalmente.
Este primer contacto definirá muchas de nuestras conductas y
reacciones ante las diferentes circunstancias de la vida; así también, esta
primera relación será la que determine muchas otras que habremos de establecer
a lo largo de nuestra existencia. Si el primer contacto con esta persona tan
importante es cálido y enriquecedor en la formación de sí mismo, la capacidad
de relacionarnos con otros será mucho más fácil y confiada. Por el contrario,
si nuestra madre no es afectuosa o vive miedosa ante su rol materno, la
formación de la estructura del sí mismo será débil y temerosa ante experiencias
interpersonales nuevas. Esto último puede evidenciarse a través de dos formas de expresión: timidez
o conductas violentas.
Las relaciones interpersonales son parte medular en la vida
de las personas.
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