El placer se ha colocado en los
extremos del bien y el mal y como lo opuesto del dolor. Para los estoicos, el
placer es el mayor enemigo de la moral, por lo tanto es negativo; por otro
lado, el filósofo Baruch Spinoza lo considera positiva, ya que nos permite
acceder a un bienestar mayor del que provee. Lo cierto es que el placer es un
estado agradable ligado a actividades como comer, dormir o tener relaciones
sexuales; de igual forma, apreciar el arte o crear obras es también placentero.
Conforme las personas crecemos y
nos incluimos en la sociedad en la que vivimos, vamos conociendo lo que socialmente
aceptado y lo que no, así que aprendemos a contener los deseos de placer de
acuerdo con la exigencia social.
Las normas sociales nos marcan
los lineamientos para nuestro comportamiento y nosotros tenemos la última
palabra.
Reprimir los deseos de placer no
es suficiente para mantenerse en equilibrio con el medio. Saber lo que se desea
y buscar caminos y opciones de la vida acordes con sus valores que llevan a la
satisfacción de la persona, es lo que resulta más saludable.
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